El bajo gasto de España en I+D+I

La inversión en I+D+I no se adapta al nivel de desarrollo económico del país



El gasto español en investigación, desarrollo e innovación está a niveles bastante bajos a día de hoy, a pesar de que en 2017 se registró un incremento porcentual de su peso con respecto al PIB. Los datos que arrojan los estudios nos muestran que España se encuentra aún muy lejos de los países europeos que más dedican a este tipo de inversión y por debajo de la media de la Unión Europea. De hecho no está ni entre los 25 países más innovadores del mundo según Bloomberg. Teniendo en cuenta que el sector de la innovación tiene cada vez más peso en el crecimiento económico, estos datos deberían servir para tomar nota con perspectivas a medio y largo plazo. (Para este estudio nos basamos en los datos provisionales publicados por el INE el 28 de noviembre de 2018 con respecto a 2017)

En 2008 se invirtieron 14.701 millones en I+D+I. Estas cifras equivalían al 1,35% del PIB y es lo más cerca que hemos estado de la media de la UE. El desembolso total en 2017 según el INE es de 14.085 millones de euros (1,20% del PIB). El gasto ha crecido en un 6% en términos absolutos en relación con 2017 y observamos que también crece en lo que respecta a su importancia en la actividad económica ya que en 2016 era del 1,19%. A pesar la buena coyuntura que parecen reflejar estas estadísticas el crecimiento es poco significativo y la media de la UE en 2017 es del 2,07%, lo que refleja que se ha invertido un 42% menos en términos porcentuales con respecto a Europa. Aunque se pretende alcanzar el 2% anual para 2020, en vista a los hechos, las previsiones se antojan utópicas y el índice actual se encuentra aún por debajo de los niveles previos al estallido de la crisis.

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Razones de la escasez de innovación

Resulta complicado encontrar las razones exactas del bajo gasto en I+D+I en España pero entre ellas debemos destacar que el tejido empresarial esta compuesto por muchas empresas pequeñas que tienen un importante peso en la economía (99.87% de la empresas son PYMES y el 95.6% son microempresas). Estas compañías se encuentran, lógicamente, en una posición desfavorable de cara a invertir en proyectos de innovación. Si bien la colaboración podría ser una buena salida, a día de hoy es escasa. Además debemos destacar que el sector industrial, importante en el asunto de la innovación, es más pequeño que en los principales países centroeuropeos.

Otro dato a tener en cuenta es que los países líderes en el sector de la innovación como son Austria, Dinamarca y Suecia tienen un gran peso del gasto privado en I+D (62%-70%) en detrimento del público (2%-4%). Precisamente son países que abogan por un menor peso del sector público en el mercado en general.

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¿Cómo puede España mejorar su situación?

Con todo esto conviene plantear posibles soluciones. Principalmente, los primeros pasos deberían tener como objetivo dar una posición más central a la innovación en el debate político-económico. Rebajar el peso del sector público podría ser la mejor opción a largo plazo aunque parece ser un camino poco atractivo para los gobiernos de los últimos años. Una implementación mayor del gasto en I+D+I debería ir enfocada en gran medida al sistema educativo favoreciendo proyectos que apostaran por una educación más práctica. A corto plazo, el progreso en innovación debe enfocarse en establecer un Pacto de Estado que no dependa del presidente de turno sino que, al igual que los acuerdos en relaciones internacionales, sea legitimado en el tiempo y que se prolongué por más de una legislatura. Así pues, España no parece que vaya a dar pasos de gigante en este aspecto pero debería comenzar a plantearse el asunto pues el crecimiento económico encuentra uno de sus grandes apoyos en la innovación, no hace falta más que observar las razones que han llevado a las principales potencias económicas a ocupar dicho rol.

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